ARTICULO DE INVESTIGACION

 

 

 

VALOR ALIMENTICIO DEL FORRAJE DEL MAIZ (Zea mays)

 

 

 

H. Santana, Edanny Madan, O. Cáceres y L. Rivero

Estación Experimental de Pastos y Forrajes "Indio Hatuey" Perico, Matanzas, Cuba

 

 

 


 

RESUMEN

Se realizaron cuatro experimentos con 6 carneros alojados en jaulas de metabolismo según diseño totalmente aleatorizado. El forraje fue cortado en todas las evaluaciones a edades diferentes pero a igual estado fenológico (formación y maduración del grano) y se ofreció a los animales troceado y pesado a un 10% por encima del consumo del día anterior. El contenido de materia seca no difirió significativamente entre las evaluaciones realizadas de febrero a mayo y mayo a agosto, pero sí del resto, y se obtuvo como promedio 25,1%. El contenido de proteína bruta no superó el 11% en ninguna de las mediciones, y los mayores valores se alcanzaron de junio a septiembre y de julio a octubre. En general el consumo de materia seca fue alto y solo de mayo a agosto este fue inferior a 50 g/kg de P0,75. La digestibilidad de la materia seca presentó valores superiores al 60% en todos los experimentos. Fue aceptable el contenido de energía metabolizable (2,2 a 2,5 Mcal/kg de MS). En sentido general el forraje de maíz constituye una buena opción para la alimentación y se debe profundizar en el estudio de la época y el momento óptimo de cosecha.

Palabras clave: Forraje de maíz, valor nutritivo.


 

ABSTRACT

Six sheep lodged in metabolism cages were used in four tests using a complete randomized design. The forage was cut during all evaluations at different stages but with the same phenological status (formation and grain maturity) and was offered to the animal chopped and weighted with10% higher than the intake of the previous day. Dry matter content did not differ significatively among the evaluations made from February to May and from May to August but it differed from the rest; an average of 25,1% was achieved. Crude protein content did not exceed 11% in any measurement and the highest value was obtained from June to September and from July to October. In general, dry matter intake was high and a lower intake than 50 g/kg of P0,75 was only found from May to August. Dry matter digestibility presented values higher than 60% in all experiments. Metabolizable energy content was acceptable (2,2 to 2,5 Mcal/kg of DM). In a general sense, corn forage constitutes a good choice for animal feeding but profound studies are needed about harvest season and optimum harvest time.

Additional index words: Corn forage, nutritive value.


 

INTRODUCCION

El maíz ha adquirido gran importancia como forraje en muchos países y se ha incrementado cada año la superficie a él dedicada, debido fundamentalmente a los altos volúmenes de alimento que puede producir, a su buen balance nutricional así como a sus bajos costos de producción.

El forraje de maíz puede ser ofrecido a los animales tanto fresco como conservado en forma de ensilaje; está demostrado que si es cosechado en la fase de desarrollo más adecuada del cultivo puede producir casi siempre un alimento de excelente calidad (Morrison, 1951).

En estudios realizados por St. Louis, Arroyo-Aguilú, Ramírez-Ortíz y Mc Dowell (1979), se halló que el maíz presenta un valor nutritivo más alto que el sorgo, y a su vez ambas forrajeras son capaces de producir altos volúmenes de materia seca.

El objetivo del presente trabajo fue estudiar el valor alimenticio de esta planta como forraje bajo nuestras condiciones.

 

MATERIALES Y METODOS

Se realizaron cuatro pruebas de digestibilidad con carneros, tres en lluvia (mayo a agosto, junio a septiembre y julio a octubre) y una en seca (febrero a mayo) para estudiar el valor alimenticio del maíz (planta entera) como forraje fresco.

Suelo y clima. El maíz se sembró en un suelo Ferralítico Rojo (Academia de Ciencias de Cuba, 1979) y las principales condiciones climáticas que influyeron sobre los experimentos aparecen en la tabla 1.

Procedimiento. Se sembraron parcelas de 500 m2 en surcos corridos a 70 cm de distancia entre ellos, con una densidad de 25 kg de semilla por hectárea. Se aplicó riego en seca a razón de 250 a 300 m3/ha cada 15 a 20 días y se fertilizó con 60-40-80 kg de NPK respectivamente 10 días después de la siembra.

El forraje se cortó manualmente a 15 cm de altura cuando el cultivo se encontraba en la fase de formación y maduración del grano (grano lechoso) y se suministró a grupos de 6 carneros distribuidos según diseño totalmente aleatorizado alojados individualmente en jaulas de metabolismo.

La ejecución de las pruebas de digestibilidad así como lo relacionado con la toma de muestras se efectuó de forma similar a lo descrito por García-Trujillo y Cáceres (1982).

Se calculó el contenido de energía metabolizable según las ecuaciones planteadas por García-Trujillo y Cáceres (1984), así como el consumo y la digestibilidad de los diferentes nutrimentos.

Se compararon las medias de los experimentos por la dócima de rangos múltiples de Duncan (1955).

 

RESULTADOS

La composición bromatológica del forraje de maíz se indica en la tabla 2. Como se observa, el contenido de materia seca de las pruebas realizadas de febrero a mayo y mayo a agosto fue alto y no existió diferencia significativa entre ellos; sin embargo, en el resto de las pruebas los valores de materia seca fueron más bajos. El contenido de materia orgánica más alto se alcanzó de junio a septiembre, que difirió significativamente (P<0,001) del resto; en las pruebas de mayo a agosto y julio a octubre este nutrimento tuvo menores exponentes.

En cuanto al contenido de proteína bruta es de señalar que no se encontraron valores de dicho nutrimento superiores al 11%, y en la prueba realizada de mayo a agosto se obtuvo el menor contenido (6,99%). Los contenidos de fibra bruta en sentido general fueron bajos en las cuatro pruebas y entre ellos existió diferencia significativa (P<0,001); en las evaluaciones de mayo a agosto y junio a septiembre se acentuó dicho comportamiento.

Los consumos de MS de las pruebas de junio a septiembre y julio a octubre no difirieron entre sí y resultaron significativamente superiores al obtenido de mayo a agosto (fig. 1).

La digestibilidad de la materia seca presentó valores altos en las cuatro evaluaciones realizadas; de julio a octubre se obtuvo el valor superior que difirió (P<0,01) del resto, los cuales no presentaron diferencia entre ellos (fig. 1).

El contenido de proteína bruta digestible alcanzó el mayor valor en la prueba de julio a octubre, seguido del de junio a septiembre, los cuales difirieron entre ellos y del resto (P<0,01); el comportamiento más bajo fue para la evaluación de febrero a mayo (fig. 2).

En cuanto al contenido de energía metabolizable es de destacar que el valor más alto se logró en el experimento de julio a octubre, el cual difirió (P<0,01) del resto de las evaluaciones, las que no presentaron diferencia significativa entre ellas (fig. 2).

En la figura 3 se muestra el consumo de proteína bruta digestible realizado por los animales; en tal sentido los mayores valores se alcanzaron en las pruebas realizadas de junio a septiembre y julio a octubre (5,16 y 5,72 respectivamente), que no difirieron significativamente entre ellos. Sin embargo, en las otras dos pruebas los valores fueron mucho más bajos y difirieron significativamente (P<0,001) de los anteriores.

Finalmente, con relación al consumo de energía metabolizable no se observó diferencia estadística entre las pruebas realizadas; el valor correspondiente a mayo a agosto tendió a ser numéricamente menor y el de julio a octubre el mayor (fig. 3).

 

DISCUSION

El maíz utilizado como forraje en la alimentación del ganado es capaz de aportar cantidades de nutrimentos similares e incluso superiores a las de otras especies explotadas para este fin en nuestra producción ganadera.

Al analizar el comportamiento de los indicadores estudiados observamos que el contenido de materia seca presentó sus más altos valores en las evaluaciones de febrero a mayo y mayo a agosto, períodos bien diferenciados climáticamente. En el primero el cultivo se desarrolló completamente en el período seco; en el segundo, aunque el maíz
creció en un período muy lluvioso, la evaluación se realizó en agosto, mes que resultó poco lluvioso. Ello hizo que en ambos casos el forraje fuera menos suculento, a diferencia del resto de las pruebas donde los contenidos de dicho nutrimento fueron más bajos debido precisamente a la cantidad de precipitaciones ocurridas durante las mediciones. En general, los valores obtenidos superan a los informados por Legel (1981).

Los contenidos de materia orgánica fueron altos, superiores al 92% en todas las pruebas. Existió gran variabilidad entre los valores obtenidos, comportamiento influenciado por la relación hoja-tallo de la planta en cada prueba, la cual hizo que variaran los contenidos de ceniza en el forraje.

La proteína bruta resultó aceptable en todos los períodos excepto en el de mayo a agosto, el cual aportó el valor más bajo debido precisamente a las afectaciones foliares a causa del intenso ataque de insectos masticadores. Es de destacar que en las dos pruebas de lluvia restantes los valores fueron superiores e incluso más altos que los logrados en otras especies forrajeras (Santana, Cáceres y Rivero, 1985).

Los contenidos de fibra fueron bajos, incluso inferiores a los de otras especies de gramíneas (García, Padilla y Villalonga, 1975) y forraje de maíz (Demarquilly, Andrieu y Sauvant, 1981). No obstante, en la prueba realizada de julio a octubre este nutrimento alcanzó el más alto valor por un desfavorable porcentaje de hojas en el forraje.

En general, el consumo de materia seca realizado por los animales fue alto, excepto en el período mayo a agosto en que se redujo considerablemente y estuvo en relación con el bajo contenido de proteína que presentó la ración en dicho período. Es de destacar que los consumos hallados en los cuatro momentos estudiados superan a los obtenidos en estudios realizados con diferentes variedades de Pennisetum (Machado, Cáceres y Miret, 1983).

Otro aspecto importante en el valor alimenticio de un forraje lo constituye la digestibilidad de la materia seca; en todos los experimentos este indicador superó el 63% y alcanzó significativamente el mayor valor de julio a octubre, lo cual atribuimos a un mejor balance nutricional del alimento en este período. Sin embargo, la DMS del maíz resultó ser inferior cuando se comparó con otros cereales usados como forraje (Farías y Quiroga, 1983).

Los contenidos de proteína bruta digestible fueron aceptables y alcanzaron el valor superior de julio a octubre debido fundamentalmente al alto porcentaje de digestibilidad que presentó dicho nutrimento (77,22%); de igual forma en mayo a agosto también se incrementó por el mismo efecto aunque en este caso resultó más bajo.

El contenido de energía metabolizable en todas las evaluaciones fue superior al obtenido por García-Trujillo y Cáceres (1984) en 5 gramíneas forrajeras e inferior a lo planteado por Demarquilly y col. (1981); se destacó el contenido alcanzado de julio a octubre, que superó notablemente al resto.

El consumo de proteína digestible realizado por los animales alcanzó sus mayores expoliantes en las evaluaciones de junio a septiembre y julio a octubre, debido a los altos contenidos de este nutrimento y al consumo de materia seca en dichas evaluaciones. No fue así en lo relacionado con el consumo de energía metabolizable, en el cual no hubo diferencia.

De acuerdo con los resultados, se concluye que el maíz (planta entera) cosechado como forraje en el momento en que se comienzan a formar y llenar los granos posee una aceptable composición química y un alto valor nutritivo, por lo que lo consideramos una buena opción y recomendamos profundizar los estudios con relación a su época de siembra y momento óptimo de cosecha.

 

REFERENCIAS

1. ACADEMIA DE CIENCIAS DE CUBA. Clasificación genética de los suelos de Cuba. La Habana, Cuba 1979.

2. DEMARQUILLY, C.; ANDRIEU, J. & SAUVANT, D. Tablas de valor nutritivo de los alimentos. En: Alimentación de los rumiantes. Ed. Mundi Prensa, Madrid. p. 561 1981.

3. DUNCAN, D.B. Biometrics. 11:1 1955.

4. FARIAS, J.M. & QUIROGA, H.M. Campo Agrícola Experimental de la Laguna, Matamoros, Coahuila. Desplegable Caelala. No. 16 1983.

5. GARCIA-TRUJILLO, R. & CACERES, O. Pastos y Forrajes. Revista de la EEPF Indio Hatuey. Matanzas, Cuba. 7:121 1984.

6. GARCIA-TRUJILLO, R. & CACERES, O. Pastos y Forrajes. Revista de la EEPF Indio Hatuey. Matanzas, Cuba. 5:343 1982.

7. GARCIA, E.; PADILLA, CARMEN & VILLALONGA, MARTHA. Meto-dología del balance alimentario para el ganado vacuno en Cuba. Ed. Orbe. La Habana. 192 p. 1975.

8. LEGEL, S. Tablas de valores alimenticios de forrajes tropicales. Institut for troppische jand Wirtschaft. Karl Marx Universitat. Leipzig. DDR 1981.

9. MACHADO, R.; CACERES, O. & MIRET, R. Pastos y Forrajes. Revista de la EEPF Indio Hatuey. Matanzas, Cuba. 6:143 1983.

10. MORRISON, F.B. Alimentos y alimentación del ganado. Tomo 1. Méjico. p. 418 1951.

11. SANTANA, H.; CACERES, O. & RIVERO, L. Pastos y Forrajes. Revista de la EEPF Indio Hatuey. Matanzas, Cuba. 8:435 1985.

12. ST. LOUIS, D.G.; ARROYO-AGUILU, J.A.; RAMIREZ-ORTIZ, A. & Mc DOWELL, R.E. University of Puerto Rico. Journal of Agriculture. 63:400 1979.