ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN
Indicadores productivos de hembras Mambí de primera lactancia en silvopastoreo
Tania Sánchez, L. Lamela y O. López
Estación
Experimental de Pastos y Forrajes "Indio Hatuey"Central España
Republicana, CP 44280, Matanzas, Cuba
E-mail:
tania@indio.atenas.inf.cu
RESUMEN
Para analizar los indicadores productivos de hembras Mambí (¾ Holstein x ¼ Cebú) de primera lactancia en un sistema silvopastoril de Leucaena leucocephala cv. Cunningham asociado con Cynodon nlemfuensis y Panicum maximum, se utilizaron 52, 71 y 72 vacas, como promedio, en el primer año, el segundo y el tercero de la etapa experimental. Los indicadores productivos medidos fueron: la producción por bimestre, por año, por lactancia y por hectárea. Las mayores producciones de leche (10 kg/vaca/día) fueron en el bimestre de producción julio-agosto, pero sin diferencias significativas entre las épocas del año; mientras que la curva de lactancia tuvo un ajuste altamente significativo (P<0,01). Por su parte, se obtuvo una producción de leche individual en el primer año superior a la alcanzada en los dos años restantes, con diferencias significativas para P<0,05 (9,6; 8,7 y 8,6 kg/vaca/día para el primero, segundo y tercer año, respectivamente); mientras que la producción total acumulada tuvo un comportamiento contrario. Se lograron valores de producción por lactancia de 2 070,3; 2 065,1 y 2 045,8 kg y una duración de la lactancia de 267, 269 y 287 días para cada año, respectivamente. Los resultados surgieren que el sistema silvopastoril permite obtener producciones de leche entre 8,6 y 9,6 kg/vaca/día y por lactancia de 2 045,8 a 2 070,3 kg. Se concluye que la asociación de la leucaena y las gramíneas mejoradas influyó favorablemente en los indicadores productivos de hembras Mambí de primera lactancia en condiciones comerciales.
Palabras clave: Producción lechera, sistemas silvopascícolas.
ABSTRACT
In order to analyze the productive indicators of first lactation Mambí cows (¾ Holstein x ¼ Zebu) in a silvopastoral system of Leucaena leucocephala cv. Cunningham associated with Cynodon nlemfuensis and Panicum maximum 52, 71 and 72 cows were used, as average, in the first, second and third year of the experimental stage. The productive indicators measured were: production per two-month-period, per year, per lactation and per hectare. The highest milk productions (10 kg/cow/day) occurred in the July-August production period, but with no significant differences among seasons; while the lactation curve had a highly significant adjustment (P<0,01). On the other hand, an individual milk production was obtained in the first year higher than the one reached in the other two years, with significant differences for P<0,05 (9,6; 8,7 and 8,6 kg/cow/day for the first, second and third year, respectively); while the total cumulative production had an opposite performance. Production per lactation values of 2 070,3; 2 065,1 and 2 045,8 kg and a lactation duration of 267, 269 and 287 days were obtained for each year, respectively. The results suggest that the silvopastoral system allows to obtain milk productions between 8,6 and 9,6 kg/cow/day and productions per lactation from 2 045,8 to 2 070,3 kg. The association of leucaena with the improved grasses was concluded to have a favourable influence on the productive indicators of first lactation Mambi cows under commercial conditions.
Key words: Milk production, silvopastoral systems.
INTRODUCCIÓN
La incorporación
de las especies arbóreas leguminosas es una opción para la producción
ganadera en Cuba, debido a que en condiciones de investigación se han
obtenido producciones de leche similares a las encontradas cuando se aplican
niveles medios de fertilización; además, se logra mantener una
alta persistencia de las leguminosas y gramíneas en el pastizal en función
del manejo empleado.
En este sentido, cuando se piensa en un sistema sostenible para producir leche,
en el cual se utilice como alimento fundamental el pasto, es necesario la presencia
de las leguminosas, debido a que además de mejorar
el valor nutritivo de la dieta, tienen la capacidad de establecer una relación
simbiótica con los micoorganismos capaces de fijar el nitrógeno
atmosférico y transformarlo de manera asimilable por las plantas;
esa característica no sólo beneficia a las leguminosas que la
poseen, sino a las gramíneas que crecen a su lado. Esta asociación
es esencial en los grandes prados naturales y artificiales en los que se basa
la ganadería mundial. La actual crisis energética provoca
la vuelta a los clásicos sistemas de alternativas de cultivos que incluyen
las leguminosas como sustituto válido de los abonados nitrogenados.
Una de las leguminosas forrajeras arbóreas a las que se les han prestado
mayor atención en los últimos años en el trópico
es Leucaena leucocephala, ya que se ha demostrado su amplia adaptación
al medio ambiente y una gran variedad de usos (Ruiz y Febles, 2000).
En Cuba se han realizado numerosas investigaciones para evaluar la influencia
de las asociaciones de leucaena con gramíneas en la respuesta productiva
de las vacas lecheras. Los genotipos analizados para este fin fueron el Siboney,
F2 y otros cruces del Holstein (Reinoso, 2000), pero el Mambí
(¾ Holstein x ¼ Cebú) ha sido poco evaluado. En este sentido,
el presente trabajo tuvo como objetivo determinar los indicadores productivos
de hembras Mambí de primera lactancia en una asociación de L.
leucocephala cv. Cunningham y gramíneas mejoradas en condiciones
comerciales.
MATERIALES Y MÉTODOS
Ubicación
del área experimental. El estudio se desarrolló en
la vaquería 66 perteneciente a la Empresa Genética de Matanzas,
ubicada geográficamente en los 23º de latitud norte y los 80º
30' de longitud oeste y a 70 m de altura sobre el nivel de mar, la cual se encuentra
situada en zonas aledañas al municipio Matanzas, provincia de Matanzas.
Características edafoclimáticas. El suelo sobre
el cual se desarrolló el trabajo experimental se clasificó como
Pardo con Carbonatos, con un relieve ligeramente ondulado. La temperatura media
anual fue de 25,6ºC, con una media de 24,8ºC y 26,3ºC en invierno
y verano, respectivamente. La precipitación media anual fue de 1 427,60
mm, con un promedio de 1 096,6 mm en el período lluvioso (época
de lluvia) y de 330,99 en el poco lluvioso (Boletín de Meteorología,
1999, 2000 y 2001).
Descripción de la vaquería y su manejo general. Se
utilizó una lechería típica con capacidad constructiva
para 120 vacas y un área total de 47 ha, que permitieron una carga de
1,1 vacas/ha en el primer año y 1,5 vacas/ha para el segundo y el tercer
año de explotación, compuesta por 36 cuartones de 1,1 ha aproximadamente,
de los cuales 36 estaban asociados (gramíneas + leucaena). Las vacas
fueron ordeñadas dos veces al día, a las 5:00 a.m. y 2:30 p.m.
con el empleo de un equipo Alfa Laval tipo espina de pescado de cuatro posiciones.
En la unidad se explota el genotipo Mambí (¾ Holstein x ¼ Cebú).
La cantidad de animales durante el período experimental fue de 52, 71
y 70 para el primer año, el segundo y el tercero, respectivamente. La
masa se dividió en dos grupos: vacas de alta y de baja producción,
y vacas secas.
Especie de pasto y arbórea. Las especies de pasto mejorado predominantes
fueron: Panicum maximum y Cynodon nlemfuensis, y como leguminosa
L. leucocephala cv. Cunningham, con una densidad media de 10 000
plantas por hectárea. La leucaena fue sembrada en agosto de 1997 y se
comenzó a pastar con animales en julio de 1998 cuando la altura de la
planta fue superior a los 2 m, momento en el cual se inició la etapa
experimental de este trabajo. El tiempo de ocupación de los cuartones
fue de un día en el período lluvioso y de 1,5 a 2 días
en el poco lluvioso, con lo que se garantizó tiempos de reposo del pasto
de 28 a 33 días y 49 a 66 días para las épocas de lluvia
y seca, respectivamente.
Composición química de los alimentos. En la tabla
1 aparece la composición química de los alimentos ofrecidos en
la unidad durante el período experimental; el hollejo y la cascarilla
de cítrico presentaron un porcentaje de PB aceptable (7-12%); esta última
fue mejorada por la adición de la urea, mientras que los valores proteicos
del pienso fueron bajos (11%). El resto de los alimentos mantuvieron su composición
química según los rangos de estos indicadores para su especie.
Consumo de los alimentos. En la tabla 2 aparece el consumo de alimento voluminoso y pienso por vaca. Los valores de consumo de alimento voluminoso en el período poco lluvioso fueron bajos, aunque se suministraron en cantidades suficientes para garantizar la ingestión de los animales, debido a que la oferta fue entre un 10 y 15% superior al consumo. La disponibilidad total de gramíneas y leguminosas durante los tres años que duró la evaluación varió entre 2,9 y 4,6 t de MS/ha, con una oferta de materia seca promedio de 44 y 56 kg/animal/día/rotación para el período seco y el lluvioso, respectivamente.
Balance alimentario
instantáneo. El balance alimentario permitió comprobar
que en la lluvia se cubrieron los requerimientos de los animales en cuanto a
PB, Ca y P para los niveles de producción alcanzados; no ocurrió
de igual forma para la EM (90,1%). Similar tendencia se encontró en el
período de seca, donde los alimentos ofertados cubrieron los requerimientos
de ese indicador solo en un 87,3%.
Mediciones en los animales
Condición corporal. Se realizó el monitoreo de la
condición corporal (escala 1 a 5 puntos) de todos los animales, mensualmente,
según la metodología propuesta por Álvarez (1997).
Producción de leche. Se realizó el pesaje mensual
de leche al 100% de los animales en ordeño durante tres años consecutivos,
para determinar la producción por vaca en ordeño y la producción
anual, y obtener la curva de lactancia.
Otros indicadores de la producción de leche. Se calcularon
a partir de los registros de la vaquería y la granja, considerando para
el cálculo la producción por hectárea, la carga global
de la vaquería y la duración de la lactancia. Los porcentajes
de grasa se tomaron de los análisis periódicos individuales de
las vacas realizados por el laboratorio de calidad de la Empresa Genética
de Matanzas, Granja Triunvirato.
Procesamiento de los resultados. La producción de leche
de las vacas se procesó a través de un modelo multiplicativo con
efecto de curva de lactancia (Menchaca, 1978), que se basa en la representación
algebraica de esta (Yn=anb e- cn ), según
Wood (1969), y se empleó para el análisis de las observaciones
el paquete estadístico elaborado por el Instituto de Ciencia Animal (ICA).
Para el análisis de la producción de leche se empleó el
siguiente modelo:
Y=a + b logn + cn + pj + dk +gl +
eijkl
donde:
Yijkl= log Yijkl
a= log A, constante común a todas las observaciones
bc = parámetros de la curva de lactancia según la representación
algebraica de Wood (1969)
n = n ésimo día de lactancia correspondientes a la observación
Yijkl ésima
p = log p j, efecto de j - ésimo bimestre
de parto
dk = log dk, efecto k- ésimo bimestre de producción
gl = log gl, efecto de l - ésimo año
hm = log hm, efecto de m - ésima época del
año
eijklm = error experimental
La duración de la lactancia se analizó mediante un diseño
de clasificación simple y se utilizó como prueba de comparación
de media la dócima de Duncan. Para la interpretación de los resultados
se utilizó el programa clasificación simple y estadígrafos,
versión 1.2 elaborado por el ICA.
RESULTADOS
La figura 1 muestra el efecto del bimestre de producción y el de parto en la producción de leche. En el caso del bimestre de parto no se apreciaron diferencias significativas durante las dos épocas; sin embargo, el bimestre de producción influyó en la producción de leche (P<0,01). El mejor bimestre fue julio-agosto, seguido de enero-febrero, marzo-abril, mayo-junio y septiembre-octubre; la menor producción de leche se halló en noviembre-diciembre.
A pesar de lo anteriormente expuesto no se encontraron diferencias al comparar la producción de leche; sin embargo, se detectaron diferencias significativas al comparar el porcentaje de grasa en función de la época del año (fig. 2).
En este sentido, en la figura 3 se observa la producción por vacas en ordeño, la cual fue mayor en el primer año y difirió significativamente (P<0,05) de los dos restantes. Es válido destacar que con el incremento de la carga de 1,1 a 1,5 disminuyó la producción de leche por vacas en ordeño; mientras la producción de leche por vacas totales tuvo valores similares durante los tres años que duró la etapa experimental.
Otro aspecto que se analizó fue la influencia de la condición corporal en la producción de leche (fig. 4); los mejores resultados se obtuvieron cuando la puntuación de la clasificación tomó valores de 3 ó 3,5. Con estos valores de condición corporal estuvo representado el 92% de los animales de la unidad, es decir, que el estado físico fue el adecuado para vacas lactantes y solamente una pequeña parte de la población estaba pasada de peso (5,6%) o falta de este (2,6%).
Los valores de las constantes mínimo-cuadráticas del modelo utilizado
para el análisis de la producción de leche se muestran en la tabla
3.
La figura 5 muestra la curva de lactancia, la cual tuvo un ajuste altamente significativo (P<0,001). Además el pico de lactancia de los animales se observó en el primer mes (20 días).
En la figura 6 se observa la producción real y potencial de los animales. En sentido general, coincidieron estas dos curvas en los bimestres correspondientes al período lluvioso; el mejor comportamiento se obtuvo en el bimestre julio-agosto; se destacó el bimestre noviembre-diciembre como el de más baja producción de leche.
En la figura 7 se presenta la producción por lactancia y la duración de esta; se puede observar que durante los tres años no se detectaron diferencias significativas para estos dos indicadores.
Por su parte, el comportamiento de la producción de leche total y por hectárea se muestra en la figura 8. Se aprecian diferencias significativas al comparar la producción total del primer año con respecto a los otros dos, que no difirieron entre sí. Similar tendencia se obtuvo en la producción por hectárea.
Al comparar las vacas totales y en ordeño se encontró un incremento significativo (P<0,001) a favor del segundo y el tercer año; similar tendencia se halló en el número de terneros producidos. Por su parte, el porcentaje de vacas en ordeño fue de 73,2; 81,2 y 90,0% para el primer año, el segundo y el tercero, valor que puede considerarse elevado para una vaquería comercial (tabla 4). El peso de los terneros al nacer durante los tres años de evaluación puede considerarse aceptable (36-39 kg) para un sistema de producción cuyo alimento básico lo constituyen los pastos y forrajes de buena calidad.
DISCUSIÓN
El bimestre de parto no influyó en la producción de leche,
debido a que se garantizaron ofertas de materia seca superiores a los 44 kg/animal/día,
es decir, que los animales gestantes pudieron satisfacer sus demandas nutricionales
(Hernández, Alfonso y Duquesne, 1987).
Se garantizó un alimento de alta calidad, que conjuntamente con la oferta
de materia seca del pasto influyó en la respuesta productiva. En estas
asociaciones se maximiza la capacidad de selección de los animales, los
cuales consumen un mayor porcentaje de hojas y, a su vez, una dieta de mayor
valor nutritivo, lo que se manifiesta en los resultados productivos alcanzados.
El mejor bimestre de producción fue julio-agosto con respecto a noviembre-diciembre,
que fue el de menor producción de leche. La mayor producción de
leche coincide con el período lluvioso, época en la cual se producen
los mayores rendimientos de materia seca, lo que permite una mayor oferta por
animal por día y a su vez posibilita una mayor selección de los
animales con relación al período poco lluvioso, en el cual se
hace necesario suministrar alimentos voluminosos de menor calidad (caña
de azúcar molida).
A pesar de lo anteriormente expuesto, no se encontraron diferencias al comparar
la producción de leche en función de la época del año,
debido a que en el período de escasez de alimentos se suministró
alimento voluminoso para cubrir el déficit de nutrientes que se produce
en este período y se restringió el tiempo de pastoreo para disminuir
el gasto de EM por la locomoción de las vacas, aunque es válido
destacar que en ningún momento los valores de disponibilidad impidieron
que los animales realizaran la selección del alimento que debían
consumir. Además, en esta misma época del año se realizó
una poda estratégica de la leucaena, que incrementó la disponibilidad
de material comestible, y se observó que en ese momento realizaron un
mayor consumo de esa leguminosa arbórea.
Por otra parte, se encontraron diferencias altamente significativas (P<0,001)
para el porcentaje de grasa entre las dos épocas del año, y el
valor fue mayor en la seca (3,8%) que en la lluvia (3,6%).
Las diferencias encontradas en el porcentaje de grasa en la leche se debieron
a que este indicador presentó un coeficiente de variación menor
que el observado en el rendimiento lácteo (18,6 vs 30,9%), lo
que coincide con lo informado en la literatura, que señala para el primero
valores del CV entre 18 y 19%, y para el segundo de 22 a 40%, en dependencia
del racial de los animales, ya que se conoce que los menores valores se encuentran
en la raza Bos taurus y los mayores en las Bos indicus (Mahadevan,
1973).
Los valores de grasas obtenidos son similares a los alcanzados por Reyes, García,
López y Ramos (2001) al estudiar la sustitución del 50% del concentrado
comercial por miel de caña de azúcar enriquecida con aceite vegetal
y harina proteica para vacas Holstein en pastoreo (3,1-3,9%).
La producción individual presentó un mejor comportamiento en el
primer año con respecto al resto, como consecuencia del aumento moderado
de la carga de 1,1 hasta 1,5 vacas/ha. Cuando se incrementa la carga del sistema
disminuye la producción de leche individual y aumenta la producción
del rebaño; es válido añadir que esto sucede hasta un punto
donde los aumentos de la carga no producen incrementos de la producción
colectiva.
Por otra parte, estos valores son superiores a los informados por García
López, González y Ponce (2001) al evaluar en una finca lechera
un sistema de manejo y alimentación para vacas Holstein que consistía
en pastar en condiciones de secano en un pastizal de pasto estrella (C. nlemfuensis),
con pastoreo vespertino nocturno y una carga de 2,7 UGM/ha. La disponibilidad
de alimentos fue de 12 kg de materia seca por vaca en el período seco
y 22 kg de materia seca por vaca en lluvia, y se lograron producciones de leche
de 5,2 kg/vaca/día.
Dichos valores son superiores a lo reportado en sistemas silvopastoriles para
el genotipo Siboney por Reinoso (2000), el cual encontró un rendimiento
lechero entre 7,1 y 7,9 kg/día, con el empleo de la suplementación
a razón de 1 kg de concentrado/vaca/día ó 1 kg de melaza/vaca/día
y una carga de 1,5 UGM/ha; sin embargo, son inferiores a lo informado en la
Empresa Genética de Matanzas para ese genotipo (9,7 kg/vaca/día)
en la década del 80 y una carga de 2 UGM/ha (Anon, 1985).
Esta empresa, para lograr tales resultados productivos, empleó pastos
mejorados y fertilizados, suplementación con concentrados, mieles y ensilajes,
y en ocasiones se aplicó riego, condiciones muy diferentes a las del
presente sistema, que fue una asociación de gramíneas y leucaena,
con una baja suplementación con concentrado (0,454 kg MS/animal/día)
y caña en el período poco lluvioso, y se obtuvieron 9,6; 8,7 y
8,6 kg/vaca ordeño/día durante los tres años de la etapa
experimental.
La producción por vacas totales mantuvo valores similares durante los
tres años (6,3; 6,4 y 6,3 kg/vacas totales/día para el primer
año, el segundo y el tercero, respectivamente). Esta fue superior a la
alcanzada con el empleo de la hierba elefante Cuba CT-115 (2,10; 1,82; 2,30;
3,42; 3,02 y 3,60 para el primero, segundo, tercero, cuarto, quinto y sexto
año, respectivamente). Es válido destacar que el rebaño
de ese experimento estaba formado por 80% de vacas Siboney y otros cruces del
Cebú y un 20% de vacas Holstein; la carga empleada fue desde 2,14 hasta
2,65 UGM/ha (Martínez, Ruiz, Ribas, Febles, Sierra, Crespo, Herrera,
Rodríguez, Galindo, Valenciaga, Delgado, Gutiérrez, Marrero y
Plaza, 2000).
Esto corrobora que la respuesta productiva de los animales depende, en gran
medida, de la calidad nutritiva de la dieta ofrecida, del genotipo de los animales
empleados y de las condiciones específicas de la investigación.
Se logró que el 92% de los animales presentaran una condición
corporal entre 3,0 y 3,5 y precisamente con estos valores se obtuvieron los
mejores resultados productivos. Solo el 2,6% de la masa de la unidad se encontró
por debajo del peso adecuado para que los animales pudieran manifestar su potencial
de leche con la dieta ofrecida.
Estos valores de condición corporal alcanzados durante la etapa experimental
fueron un reflejo del nivel de oferta y la disponibilidad de alimento que hubo
durante todo el año, que unidos a la calidad del pasto favorecieron la
producción de leche y permitieron ganancias de peso vivo aceptables.
Ello sugiere que la producción obtenida dependió del estado corporal
en el momento del parto, su potencial genético, el estado de salud y
la alimentación posterior al parto.
Es válido destacar que los valores de condición corporal obtenidos
son superiores a los reportados por Dillon, Snijders, Buckley, Harris, Connor
y Mee (2003) para la raza Holstein Friesian a la primera inseminación,
en un sistema de gramíneas, con una producción de leche de 27,6
kg/vaca en ese momento (2,4).
El pico de lactancia de los animales se observó en el primer mes, lo
cual sucede cuando las vacas son de primer parto y reciben una alimentación
adecuada. En este sentido, la producción de leche creció rápidamente
después del parto, hasta alcanzar el pico de lactancia en el primer mes,
y decreció linealmente a medida que se incrementaron los días
de lactancia (Horan, Dillon, Berry, Connor y Rath, 2005). Además se logró
una elevada persistencia, lo cual es característico de los animales de
primera lactancia.
Por su parte, la producción real de los animales estuvo por debajo de
la potencial en los bimestres que se corresponden con el período poco
lluvioso; se destacó como el de menor producción el bimestre noviembre-diciembre,
mientras que el mejor comportamiento de la curva real fue en el período
lluvioso.
Esto es una consecuencia de la estacionalidad de los pastos en función
de las condiciones climáticas, lo cual, junto a otros factores, influye
de manera directa en la tasa de crecimiento y rendimiento de los pastos, apreciándose
efectos similares en la producción de leche (Pezo, 1997).
La producción por lactancia fue similar a la reportada por García-Trujillo
(1983) para pastos fertilizados y regados, con vacas de mediano potencial y
una carga de 2,7-4,5 vacas/ha (1 700-2 400 kg), y superior a la lograda con
el genotipo Mambí en la provincia de Matanzas y a nivel nacional, que
fue de 1 787 y 1 603 litros, respectivamente (Anon, 2000), cuando los animales
se encontraban en un sistema de producción a base de gramíneas
no fertilizadas y con un bajo nivel de suplementación con concentrados.
La duración de la lactancia fue de 265, 267 y 283 días para el
primer año, el segundo y el tercero, respectivamente. Estos valores fueron
similares a la media nacional para el Mambí, el Siboney y el Holstein:
269, 266 y 274 días, respectivamente (Anon, 2000); también fue
similar a lo reportado para el genotipo Mambí en la década del
80 en la Empresa Genética de Matanzas (263 días), donde la alimentación
se basó en pastos fertilizados, concentrado y ensilaje.
Por su parte, la producción de leche total aumentó con el incremento
de la carga (de 1,1 a 1,5 vacas/ha del primer al tercer año) como consecuencia
de un aumento de la cantidad de animales (McMeekan y Walshe, 1963); similar
comportamiento mantuvo la producción por hectárea.
En este sentido, los valores de producción de leche por hectárea
obtenidos fueron de 3 253,7; 3 535,6 y 3 400,4 kg para el primer año,
el segundo y el tercero, respectivamente, superiores a los alcanzados con el
empleo de la hierba elefante Cuba CT-115: 1 316,18; 1 647,9; 2 747,05; 2 413,57
y 2 590,27 kg/ha para el primero, segundo, tercero, cuarto y quinto año,
respectivamente, de la etapa experimental (Martínez et al., 2000).
Es válido destacar que en la investigación antes mencionada varió
el nivel de suplementación empleado durante el período del estudio,
pero se utilizó el concentrado como estímulo en el ordeño.
Además, en el último año se ofrecieron 2 kg/vaca/día
de miel y urea al 3%, durante los 170 días de la seca.
El porcentaje de vacas en ordeño fue alto para una vaquería que
debe garantizar producciones de leche sostenidas durante todo el año
y estuvo influido por tratarse de una unidad de primera lactancia, ya que cuando
esta concluye, las vacas son remplazadas por novillas de 6-7 meses de gestación
provenientes de otras unidades. Dichos valores fueron superiores a los alcanzados
para el genotipo Mambí en la provincia de Matanzas y en el país
el pasado año, que fueron de 62,5 y 58,7 %, respectivamente (Anon, 2000);
mientras que el peso del ternero al nacer fue de 36, 36 y 39 kg para el primer
año, el segundo y el tercero, respectivamente, superior a lo informado
por Ruiz, López, Schonmuth, Seeland y Planas (1991) para el genotipo
Siboney (32,8 kg) y F2 (31,9 kg).
CONCLUSIONES
-La producción
de leche del genotipo Mambí varió por bimestre entre 8,0 y 10,0
kg/vaca/día, lo cual permitió producciones por lactancia de 2
070,3; 2 065,1 y 2 045,8 kg para el primer año, el segundo y el tercero,
respectivamente.
-El incremento de la carga de 1,1 a 1,5 vacas/ha redujo la producción
de leche individual de las vacas de 9,6 a 8,6 kg/vaca/día, pero permitió
aumentar los rendimientos por hectárea en 2 553,7; 3 535,1 y 3 400,4
kg para el primer año, el segundo y el tercero, respectivamente, lo cual
significó producir más de 800 kg/ha/año.
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Recibido el 3 de
enero del 2005
Aceptado el 12 de septiembre del 2005